Así, como mirar el mar. Tantas cosas
moviéndose y haciendo ruido. Me dijeron que iba a hacerme bien. Yo no quería
venir, en realidad nunca me gustó el mar, tampoco me gusta la ropa de playa.
Por eso me visto así, para que no piense el señor océano que vine para quedarme.
Yo de acá me voy a ir apenas me ponga bien, mis juguetes me esperan.
Lo
único que me gusta es la arena mojada, ese cosquilleo en los tobillos de cuando
los pies están hundidos. Las nubes blancas como un guardapolvo todo lo dicen,
mil formas se hacen en su acolchonada forma (o al menos me las imagino super
esponjosas como el futón de la vecina). El brillo segador de una luz que
enceguece es el aviso para despertar.
El
viaje es larguísimo encima ¡Por favor! No entiendo cómo les puede gustar venir
acá y siempre la misma excusa “te vas a poner bien” y si, pero si estás muy
cerca de la costa la marea te empuja, y si te agarra desprevenida ¡Zas! Te vas
al piso de un tirón y te lastimas.
Ah pero
los colores, esos si me gustan, no sé dónde se compran o si son gratis pero siempre que voy a ver el mar hay unos
nenes grandulones que me hacen recordar que hasta en el mar hay colores. Están
en todas partes, ni siquiera hay que buscarlos porque pareciera que vienen con
cada uno de nosotros.
Cuando
llego lo primero que hago siempre es mirar al fondo, me imagino como si fuera
una pieza y yo espío por el huequito que hay entre la puerta y el marco. Tantas
cosas puede haber allá al fondo, supongo que me gusta pensar que no sé qué es lo
que hay allá atrás pero una vez viaje en barco. Puedo jurar que lo peor de eso
no son las náuseas.
En el
momento en el que estaba arriba del barco fue cuando me di cuenta que la playa
no era tan fea, que no era lo peor de todo. Después de todos los grandulones
estaban ahí, pero supongo que no tendrían plata para un crucero porque se la
gastan todas en burbujeros y sombreros.
Ahí en
el barco conocí la soledad, pero es otra, no es como cuando me mando una macana
y termino en mi pieza sin Hora De Aventura o Clarence. Acá está lleno de gente
pero no hay nadie que me acompañe. Siento sus manos pero no saben ni como me
llamo.
Lo
único que quiero ahora es volver a casa y contarles a mis amigos de esos
arlequines y magos, o todas esas cosas que son, creo que les voy a decir
alegría. Mientras escribía esto me di cuenta que hay algo que odio más que todo lo que ya les dije, me molesta mucho
que mi mama use la palabra hospital.
Bonito tu contenido, sigue así!
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