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jueves, 30 de marzo de 2017

Desidia


Colgado en un par de brazos se mecía por última vez. Con un tono rojizo de sangre sinónimo de origen atravesaba el lugar. Dejó impregnado en el descampado olor a perfumina mezclada con colonia barata.
Pasto hubo alguna vez, hoy se esconde entre las latas de arvejas, los pañales deteriorados y los múltiples objetos degradados que impiden reconocer su procedencia. Llanto tal vez, alguna gota de sudor y pasos, los únicos rastros de vida en el lugar.
Papel de diario y celofán, un golpe seco y ahí quedo.
Los brazos lo soltaron dejando así las manos limpias. El silencio del baldío es mas fuerte que un martillazo.

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